17 mars 2008

Laura Esquivel, novelas-CD… México lindo.




Cualquiera medianamente informado sabe que la primera banda sonora de una novela la hizo la mexicana Laura Esquivel con su segundo libro La Ley del amor (1995). Cuando se le ocurrió sacar su novela con las canciones que acompañan a sus personajes en la regresión al pasado al mismo tiempo que el libro, ya era una celebérrima escritora. Su primer libro titulado Como agua para chocolate, de tan bueno, le había dado la vuelta al mundo, convirtiéndola en escritora de Best Sellers. Y la película de Arau, basada en el mismo, la vio hasta el Pipisigallo.
Informaciones sobre Laura Esquivel, pionera en el asunto este de poner música a la novela y lanzarla con CD y todo pueden encontrar leyendo el excelente artículo de Adriana del Moral Espinosa que linkeo aquí.
De lo mucho que en el artículo se dice, retengo (cito) : "La segunda novela de Laura Esquivel tardó cinco años en aparecer, ya que tuvo que interrumpirla en numerosas ocasiones para filmar "Como agua para chocolate" y escribir el guión de "Estrellita marinera" y otros más. "La ley del amor" (1995) transcurre en el año dos mil 200 en la Ciudad de México [.…] Narra la historia de las vidas sucesivas de Rodrigo, Citlalli, Azucena e Isabel. Azucena, la protagonista, ejerce en el año 2200 el oficio de astroanalista, que consiste en tratar los trastornos que las personas padecen por acciones cometidas en sus vidas pasadas. La misión de esta mujer es restituir la armonía cósmica que fue quebrantada cuando los conquistadores destruyeron la gran Tenochtitlán y con ella la Pirámide del Amor. En el mundo del futuro aparecen cámaras fotográficas que reproducen el aura de las personas y muestran sus pensamientos, aérofonos que permiten al usuario trasladarse de un lugar a otro por el espacio, la televirtual, que lleva al espectador al lugar de los hechos y computadoras que permiten hablar a plantas y flores. En cambio, la música está estrictamente controlada porque produce regresiones a vidas pasadas. Las vidas pasadas de los personajes se relatan en un cómic del dibujante español Miguelanxo Prado, que se intercala entre las páginas de la novela. La música es no sólo una banda sonora, sino que también es el medio por el cual los personajes reviven épocas pasadas." (fin de cita). Añado que muchos de los danzones de la banda sonora son… deliciosamente cubanos.
Pero sucede que los mexicanos son grandes por Naturaleza. Ellos tienen un país de tres pares de… pirámides y no necesitan andar pregonando que han sido los primeros en… caminar sobre huevos sin romperlos. A esa grandeza se suma la modestia, porque observen con qué cuidado dicen que es la la primera novela con estas características "en México", cuando muy bien hubieran podido decir, al menos – pues es el caso –, en lengua española, y cuidado no, del mundo. Claro, cuando se es grande no hay que andarse con cuentos chinos, porque grandeza equivale a modestia y ambas cosas son las premisas imprescindibles para no hacer papelazos y quedar en ridículo.
A todas estas como en esa novela se habla de pirámides de amor, etc, aprovecho para contar que en el momento en que pegué el dedo en esos dos puntos cruciales de estos monumentos precolombinos de Teotihuacán, en los que me ven, cogí energía, y mucha, lo menos por 40 años. A eso fui. Y subí la pirámide del Sol, pero no la de la Luna, pues las dos a la vez no deben subirse… dicen. Las fotos que aquí pongo fueron tomadas por ese gran amigo, el pintor cubano "entortillado" (mejicanismo, supongo, que equivale al "aplatanado" en Cuba) Ernesto Lozano. A lo mejor en otro post les cuento cuando conocí a Laura Esquivel en la "première" de la película Zapata: el sueño del héroe de Alfonso Arau (primer esposo de Laura Esquivel), con mi amiga la ex modelo venezolana del París de mis 20 años y ahora actriz en Hollywood Patricia Velásquez y con esa gran actriz mexicana llamada Soledad Ruiz que conocí también en ese viaje a México. En aquella "première" de Zapata conocí también al "charro" Alejandro Fernández que volví a ver en Miami varias veces con mi amiga Ivelín Giró. Todos ellos, actores del filme, pintados – para colmos de coincidencias y juegos de azar–, por Ernesto Lozano, en una exposición que se inauguró a la par de la "première" y que en su momento reseñé para El Nuevo Herald bajo el nombre de Ernesto Lozano: fiel al pop (incluida en mi libro Catalejo en lontananza [Ed. Aduana Vieja, Valencia, 2006, prólogo de Grace Piney: " William Navarrete: juegos de luz "]
Fotos de Ernesto Lozano (artista pop cubano radicado en México, en los links de este Blog).