5 août 2008

Mausoleo de Gala Placidia / Rávena


Éste es el mausoleo llamado de Gala Placidia, en Rávena. La señora de azarosa vida hubiera sido una romana más, de las tantas relacionadas directamente con la familia imperial, si no hubiera sido muy devota cristiana y no le debiéramos, por esa misma razón, la construcción de dos basílicas en Rávena y la de la célebre San Juan de Letrán, en Roma, que se empeñó en terminar. De hecho, este llamado Mausoleo no es más que el oratorio de la Basílica de la Santa Cruz (erigida por ella) de la cual no llegó parte alguna, excepto ésta, hasta nuestros días. El pequeño edificio data del 430 dC aproximadamente y su interior (con planta de cruz griega) atesora importantísimos mosaicos bizantinos y tres sarcófagos monumentales: el de Gala Placidia, el del emperador Constancio III y un tercero que se atribuye indistintamente al emperador Valentiniano III (su hermano) o a Honorius. De más está decirles que se trata de uno de los monumentos excepcionales de Rávena. No pueden entrar en él más de diez personas a la vez y tampoco se puede permanecer en su interior más de cinco minutos, dada la fragilidad del sitio. Las ventanillas y óculos han sido inteligentemente cubiertos de alabastro, algo que le da una luminosidad penumbrosa particular. Hay un modo de quedarse más de los cinco minutos de estricta observancia: estar los cinco minutos en cuestión y en el momento en que expira el último grano de arena de la clepsidra invisible que la celadora del templo disimula bajo su manga, justo cuando entra hecha un basilisco para sacarlo uno del recinto, agarramos una de las dos maquinitas audioguías políglotas que explican asuntos de base, y ganamos bajo este pretexto inviolable que da el derecho de haber pagado 1 € suplementario, cinco minutos más aunque hagamos poco caso de la voz monocorde que sale del auricular. (De hecho yo seleccioné la explicación en japonés para que el "ABC" de la explicación no me cortocircuitara la contemplación de los mosaicos). (Como el sitio es exiguo, se oye fuera del auricular la lengua. Una portuguesa, con sus dos niños – el marido se quedó afuera fumando –, en vez de mirar los mosaicos, no paraba de mirar a ese curioso japonés sin rasgo alguno del Imperio del Sol Naciente que oía la explicación en lengua tan estrafalaria. Y quedóse muy atónita, parapintiperpléjica, pintiplejipárpica, y en buen cubano, botada hasta la suela, pues yo me hice, no el sueco, sino el mismísimo lapón con renos y trineos y todo, para disfrutar de su cara de absoluto asombro).
Vale decir que la gente por tacañería (o desinterés) casi nunca coge (aún necesitándolas) estas máquinas, ya que consideran que han pagado demasiado (8 € 50) con el billete combinado que incluye: el Museo Arzobispal, el Batisterio Neoniano, la Basílica San Apolinar el Nuevo, la de San Vital y este Mausoleo. Esos 8 € 50 les llegan al alma y hasta lo comentan y los lamentan sin pudor alguno, a voz en cuello y en esa babélica bullanga que es, hoy en día, la democratización de la cultura. Sin embargo – y esto es lo bueno –, luego uno se encuentra a esos mismos dolientes de los 8 € 50, en una de las terrazas de la Piazza del Populo empinando un Chianti que les cuesta hasta 15 € y que es (no lo saben) aceite de hígado de bacalao con asientos residuales de gasolina de turbina de un avión de Air Uganda. Pues no sólo pasan atropellando a todo el mundo sino que ni para catar vinos son buenos.
Después de descargar un poquito contra los turistas (no sé si todo el mundo conoce la diferente entre turista y viajero, tampoco si alguien se da cuenta de que realizar un viaje no significa ni remotamente irse de turismo), aconsejo a las lectoras de este blog que lean sobre la vida de Gala Placidia. Ni Corín Tellado, ni el propio Flaubert, cada uno en su estilo, ni ninguna de esas plumas diestras en contar vidas de mujeres desde la Mesalina hasta Juana de Arco, ha logrado ofrecernos un personaje femenino que supere, en vicisitudes reales, dramas, dale-al-que-no-te-dio, envenena antes de que te envenenen, hazte la boba para ver el entierro y paticas para qué te quiero, a esta gentil piadosa romana y cristiana que, desde Francia hasta Bizancio pisó mucha tierra y polvo, siempre con la cruz de su destino a cuestas y con la del Señor en alto. El espacio limitado de este Blog y la parquedad de las pistas que me gusta compartir (con mis amigos), más la delicadeza de no someter a nadie a lecturas de mamotretos que están en los XXXXX cantidad de libros que Europa ha dado (desde los pergaminos hasta Gutenberg, pasando por las inscripciones pétreas), me impiden ser más preciso y exhaustivo al respecto. Sé que los informados ya saben de qué hablo y que los sensibles se informarán cuanto antes.

NB: Pour Reinaldo García Ramos qui sait voir et aussi lire, pour son commentaire d'hier