14 oct. 2009

El síndrome Titanic - Nicolas Hulot



Anoche fui a ver Le syndrome Titanic, un documental del francés Nicolas Hulot. Salimos tan "choqueados" que en algún momento del regreso nos paramos supuestamente para ver a una casada con traje de novia que se tiraba fotos sobre la ventolera que genera el extractor de aire frente al Moulin Rouge y ni siquiera la miramos. Nicolas Hulot es – junto al parisino Yann Arthus-Bertrand (fotógrafo y director de esa maravilla de documental que es Home) – el ecologista más popular de Francia. A diferencia de los ecologistas-politiqueros (que sólo se dedican a la política) ellos son cineastas, fotógrafos, artistas, escritores. En el caso de Hulot no pocos "ecologistas de partido" lo aborrecen. Claro, el tipo tiene tronco de talento y les hace sombra total.

Ahora, después de haber visto Le syndrome Titanic me pregunto cómo van a vivir las generaciones siguientes. Ése y no otro es el mundo que les espera a los nietos de los padres de hoy. Más vale que lo vayan viendo para que luego no les agarre de sorpresa. Las fronteras políticas, ideológicas y administrativas, los muros y murallas para protegerse del caos, para protegerse "del otro" no servirán de nada. Serán como polvillo en el aire. Dos grandes tsunamis se encargarán de tirarle cien y mil trompetillas a los muros, a los pasaportes, a las leyes, a las fronteras. La primera de ellas es esa avalancha humana que ha empezado a desplazarse ya de las zonas pobres (las más extensas) hacia las zonas ricas y que, llegado el momento, será cuantitativamente equivalente a la población de la China actual. La segunda: la naturaleza que se encargará de recordarle a todo el mundo que nació encueros y que ceniza y polvo nos convertimos por mucho dinero y gloria que alcancemos en vida.

Esas dos tsunamis juntas (y otras paralelas que no puedo enumerar) son la causa directa e indirecta del mundo que hemos diseñado. Un mundo – ya lo estamos viendo y el que no que vaya al oculista o que salga de casa – que no da para más y que parece haber llegado al tope. Para no deprimirse con eso lo mejor que se puede hacer es seguir comiendo mierda. Yo, por lo pronto, felicitaré a Nicolas Hulot por ser tan brillante; trataré de echar a la basura una bolsa cada dos días (cosa bien difícil porque hasta los mercados ecológicos como Naturalia venden productos envueltos y superenvueltos que terminan por llenar una bolsa de basura en un abrir y cerrar de ojos) y, por último, trataré de aprender el lenguaje de los signos.