10 nov. 2011

Esos divinos cafeses de Torino

© Fotos William Navarrete

Café intelectual por excelencia, el San Carlo, en la plaza de ese nombre, se inauguró en 1832. Fue el epicentro del Risorgimento turinés. Sus helados vienen del Fiorio y es un lugar ideal para almorzar:



El Fiorio, en la Via del Po, es un café elegante, de paredes cubiertas de tercipolelo y hermosas lámparas de Murano. Lo inauguraron en 1780 y se especializa también el los mejores helados de Torino. El moscato tiene un sabor que intriga, el pistache es el más untuoso que he probado en mi vida:



Al Bicerin, intacto desde su inauguración en 1763, se encuentra frente a la muy barroca iglesia de La Consolata (cuya planta alveolar me tiene todavía pensando). Revestimentos de maderas preciosas, mármoles y espejos se conservan desde principios del siglo XVIII. Se viene aquí a tomar el célébre bicerin, a bebida inventada en este establecimiento minúsculo y acogedor. Se sirve en copa de cristal y tiene tres capas superpuestas de café, chocolate negro y leche espumante. No se puede revolver, sino que se toma con una cucharita evitando mezclarlo todo. A sus mesas se sentaban Cavour, Alexandre Dumas, Puccini, Nietzsche, etc...




En 1875 Ferdinando Baratti y Edoardo Milano, abren el Caffé y Confitería Baratti § Milano, entre la Galería Subalpina et la Piazza Castello. Fue durante mucho tiempo el aprovisionador de la Casa Real de los Saboya. Un sitio ideal para el momento del té:




El Caffé Mulassano, bajo los soportales de la Piazza Castello, fue fundado en 1907. Su estilo entre art-nouveau y Liberty le da un toque encantador. Además, se consume aquí uno de los mejores y más espesos chocolates de Turín, amén de que tiene el exclusivo mérito de haber inventado los famosos tramezinni:




En Pepino (Piazza Carignano), creado en 1884, se inventaron las paleticas de helado (esquimaux en, francés, pinguino en italiano) en 1937. No sé si es porque uno lo sabe pero de verdad que tienen un gusto inimitable y no se parecen en nada a las restantes paleticas del mundo. Un momento oportuno para probarlas es al salir del calor del Museo Egipcio, que se encuentra a dos pasos.



Lavazza no necesita ninguna publicidad y el Caffé San Tomasso, donde en 1896 Luigi Lavazza hizo la primera torrefacción de su "lavazza" menos. El sitio optó por un estilo "design" cuando se abrió el restaurante que celebraba, en 1996, la primera colada de Lavazza: