15 avr. 2012

Eglise Gutiérrez / hoy en El Nuevo Herald

Hoy entrevisto para El Nuevo Herald a la soprano Eglise Gutiérrez con motivo de las dos semanas que lleva interpretando a la princesa Elvira en la ópera La muette de Portici, de Auber, en la Opera-Comique de París. Una ópera que no se habia visto en la capital francesa desde hace más de un siglo:



Eglise Gutiérrez en París, rue Lamartine, al fondo la iglesia Notre-Dame-de-Lorette, abril 2012.

Eglise Gutiérrez: la soprano de la voz de oro
William Navarrete
14 de abril del 2012
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"Se trata de algo que pudiera llamarse un choc operático”, exclama el crítico Edouard Brane en las páginas de Artistic Rezo. “La virtuosidad con la que la puesta en escena emplea elementos de gran simplicidad es absolutamente admirable”, expresa por su parte el especialista Frédéric Nora en la revista Musicologie. “Eglise Gutiérrez impone su gracia y su elegancia en el papel de la esposa engañada”, escribe para Le journal de trois coups Elisabeth Carecchio.

Para alguien que nació en la ciudad cubana de Holguín, vivió en la Isla de Pinos y cursó estudios en La Habana, cantar en una de los templos sagrados de la ópera francesa debe resultar algo extraordinario. Sin dudas lo es para la soprano cubanoamericana Eglise Gutiérrez, quien interpreta durante las dos primeras semanas de abril, en la parisina Opéra-Comique, el personaje protagónico femenino de La muette de Portici, compuesta en 1823 por Daniel-François Auber.

La muette de Portici no se representaba en París desde hace más de 100 años. Los últimos intentos de revivir a esta pieza, en Boloña y Ravena (1990 y 1991, respectivamente), y luego en Marsella (1991), no lograron imponerla en el repertorio mundial. Esto reafirma el carácter excepcional de esta puesta. La obra narra la sublevación de los pescadores napolitanos del barrio de Portici contra la corona española en el siglo XVII y es considerada una gesta patriótica, relacionada luego con la rebelión del pueblo belga contra la ocupación holandesa en 1830. Este contexto histórico la hace aún más interesante y es la razón por la que en el delicado contexto de la Bélgica actual, la compañía del Théâtre de la Monnaie decidió revivirla en París, en lugar de exhibirla en su sede en Bruselas.

En esa ópera Eglise Gutiérrez interpreta el protagónico de la princesa Elvira. Cada presentación en público de la soprano viene acompañada de una gran expectativa: sus calidades vocales y dramáticas han sido ovacionadas en prestigiosos teatros del mundo entero. En París, donde actúa por segunda vez (la primera fue el año pasado en Le Cendrillon, de Massenet), esta nueva puesta a cargo de la compañía belga del Teatro de la Monnaie, significa para ella un nuevo reto.

Eglise Gutiérrez ha interpretado gran variedad de personajes en óperas célebres. Se le ha oído en La Sonnambula y en I Puritani (de Bellini); en La Traviata, en Rigoletto y en Faltstaff (de Verdi), en Anna Bolena, Elisir d’amore, Linda de Chamounix y Lucia di Lammermoor (de Donizetti), en La viuda alegre (de Lehar), Turandot (de Puccini), Lakmé (de Delibes), Le cendrillon (de Massenet), la Missa Solemnis (de Beethoven) e, incluso, en la Doña Francisquita (de Vives) y en la muy cubana Cecilia Valdés (de Roig). Su carrera exitosa le ha valido notables premios: el Mirjan Helin (en Helsinki), el Monserrat Caballé, el Marian Andersen, el segundo lugar en el Licia Albanese de la Puccini Foundation, el Concurso de Ópera de Connecticut, de Nueva Jersey y el de ópera de West Palm Beach, entre otros.

Evocar en tan poco espacio la importancia de su obra y su ascendente carrera implica simplificar episodios realmente interesantes de su vida. Eglise Gutiérrez comenzó sus estudios de arte en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y los continuó en el Instituto Superior de Arte (ISA), ambos en La Habana. “Comencé mis estudios de arte en Guitarra Clásica, una disciplina en la que no era muy buena”, comentó. “Nunca imaginé, en esa época de mi vida que terminaría en el mundo de la ópera pues para ser franca debo decir que de joven no me gustaba e incluso utilizaba mis capacidades vocales para parodiar a los cantantes de ópera y hacer que rieran y pasaran un buen momento mis amigos”. Tratando de escapar del llamado “servicio social” en Cuba, una especie de prestación laboral gratuita en cualquier recóndito lugar adonde el recién graduado era asignado, fue que se matriculó en Canto e Interpretación. En ese momento le cayó en las manos un disco de la Callas y su visión de la vida cambió.

“Durante esos años tuve el apoyo de cantantes del Lírico de Holguín como Náyade Proenza y Raúl Camayd, así como de la también holguinera María Luisa Clarck”, recordó. “Pero es justo que recuerde que, siendo estudiante en Cuba fue mi profesora María Eugenia Barrios quien perfiló y definió mis capacidades para el canto operático”. Ya en ese entonces, Eglise Gutiérrez gana el primer premio en el concurso Rodrigo Prat, cursando el primer año de estudios del ISA. “Luego, quien influye y determina mi carrera profesional, estando ya en Miami, fue el profesor Manny Pérez”, aclaró. “A él debo los mejores consejos y a Miami y a su compañía Gratelli, el apoyo enorme que dieron a mi carrera, antes de que me estableciera en Filadelfia”. Eglise regresa cada vez que puede a Miami, donde se siente feliz ante su público natural.

Tras un reñido concurso, en que sólo aceptaban a seis concursantes para estudiar entre los escogidos 27 becados, Eglise se incorpora a la Academia de Artes Vocales de Filadelfia. Es en el seno de esta prestigiosa institución que actúa por vez primera como solista en La Sonámbula, de Bellini. A partir de ese momento resulta imposible detenerla. Se le oye cantar en el Carnegie Hall de Nueva York, en Zurich, en Estocolmo, en el Bellas Artes de México, en Hamburgo, en Tel Aviv, Vancouver, Montreal, Atenas, Madrid, Roma, Londres, París y en no pocos teatros de Estados Unidos. “De todo lo vivido en la escena siempre recordaré entre mis teatros preferidos el Colón de Buenos Aires y de todas las óperas a Lucia di Lammermoor, cuya protagonista da nombre a mi hija porque comencé mi embarazo cantándola, seguí haciéndolo ya embarazada, primero en Berlín con Roberto Alagna y luego, hasta el séptimo mes de embarazo, en Helsinki. Cuando retomé la escena, después de nacer mi hija, también fue la primera ópera que canté, en Vancouver”, confesó.

Con gran dominio de la actuación y sopesada tesitura, Eglise Gutiérrez interpretó a Elvira, la prometida de Alfonso, hijo del Virrey español de Nápoles, en la primera presentación de la ópera en la Opera-Comique, antigua institución, fundada en 1714 bajo el reino de Luis XIV y unos de los pilares del bel canto en Francia. Por su fraseo natural, la manera en que entona las notas más difíciles sin dar muestras de esfuerzo suplementario y el pulimento interpretativo, deslumbra y sorprende siempre, incluso a los especialistas del ámbito de la ópera. Esto, unido al cromatismo natural de su voz y a la agilidad para adaptarse a una lengua de difícil fonética como es el francés, ha permitido que renazca en la capital de Francia, por la puerta grande de las interpretaciones memorables, la Elvira de una de las primeras grandes óperas clásicas del repertorio francés.

El secreto de su maestría radica, más allá de los dones naturales, en la seriedad con que estudia cada personaje y en una estricta higiene de vida. “No trasnocho, no salgo de copas, aunque no vivo tampoco obsesionada con el tema de la voz ni con la paranoia de que pueda enfermarme en medio de una puesta”, comentó cuando indago si no teme que los cambios bruscos de temperatura de París puedan acarrearle una gripe. “Me considero dichosa de poder contar con mi madre para viajar y tener a Lucia siempre conmigo. Mi madre es de un gran apoyo en todo esto”, añadió al referirse a Divina, la madre que la acompaña desde hace tiempo en sus trotes operísticos a lo largo y ancho del mundo.

No pocos críticos consideran a Eglise Gutiérrez como una sucesora natural de Sutherland, Callas o Monserrat Caballé. Después de París le esperan el Caramoor Festival en Montescos y Capuletos; las veladas líricas de Sanxay, también en Francia, en La traviata y el Liceo de Barcelona con Los cuentos de Hoffmann. ,¿Y Lucia?, le pregunto tratando de averiguar cuando volveremos a verla en el personaje que ha marcado su vida y carrera. “Debe estar haciendo una de las suyas”, respondió creyendo que me refería a su hija’’. No subsano el equívoco y me entero luego que a Lucia la tendremos haciendo otra de las suyas, en la Opera de Marsella en febrero del año próximo.