9 juil. 2012

En El Nuevo Herald escribo sobre La Rioja

Dejo en El Nuevo Herald el itinerario de mi viaje a lo largo y ancho de La Rioja.


La Rioja: cuna del buen vino español y de la lengua
William Navarrete
El Nuevo Herald, 8 de julio de 2012

La región de La Rioja no necesita prácticamente presentación. La notoriedad de esta tierra vinícola por excelencia trasciende las fronteras de España y se expande por todas las mesas de comensales que en el mundo aprecian la calidad de sus excelentes vinos. No por ser la más pequeña de las comunidades autónomas españolas, está exenta de un rico pasado artístico y cultural disiminado por toda la zona, cuyos límites son el País Vasco y Navarra al norte y Castilla-León al oeste y al sur.

La identidad riojana está marcada, por la pertenencia de esta tierra tanto a los monarcas navarros como a los castellanos. Sin embargo, el hecho de que el camino de Santiago o ruta jacobea pase por el corazón de la región resultó determinante para su auge económico desde la época medieval.

El centro neurálgico de la actividad económica e intelectual es, sin dudas, Logroño, ciudad que a simple vista nos parece desprovista de encantos dado lo mucho que se ha construido y modernizado desde que la industria vitícola convirtiese a la región en motor económico de todo el país. En Logroño, bañada por las aguas del río Ebro, la Concatedral Santa María de la Redonda fue erigida en el siglo XV y atesora una importante estatuaria, amén de su célebre fachada en forma de retablo, concebida posteriormente en estilo barroco por arquitectos del siglo XVIII. En el casco histórico logroñés, la ruta jacobea marca hitos esenciales de la peregrinación. Entre estos se encuentran la Ruavieja, la iglesia de Santiago (siglo XVI) y la Fuente del Peregrino. No lejos de ahí, el Palacio de Espartero, de estilo neoclásico, acoge las colecciones didácticas del Museo de La Rioja, síntesis de la arqueología, etnografía y arte locales.

Quienes tienen tiempo para recorrer los alrededores de Logroño, no perderán la oportunidad de visitar Clavijo, pequeño pueblo de aspecto medieval situado sobre un promontorio del que afloran las murallas y baluartes del castillo medieval. Incluso Laguardia, capital de la llamada Rioja alavesa, cuyo casco antiguo se halla rodeado de las murallas que protegían en tiempos inmemoriales los tesoros artísticos del pueblo, entre los que se encuentra la iglesia románico-gótica de San Juan Bautista, así como la renacentista Santa María de los Reyes, de bellísima portada policromada.

Siguiendo la ruta jacobea a partir de Logroño, es inevitable visitar los pueblos de Navarrete, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, con los monasterios que se encuentran en sus parajes campestres. Navarrete, el primero los mencionados, exhibe a lo largo de su Calle Mayor (alta y baja) gran cantidad de casas palaciegas en cuyas fachadas sobresalen los escudos de piedra que delatan el pasado caballeresco del pueblo y su importancia estratégica como punto fronterizo entre los antiguos reinos de Castilla y Navarra, así como etapa importante del camino de Santiago. Sorprende su imponente iglesia de la Asunción, con torres de estilo herreriano y un suntuoso retablo dorado que se imbrica, monumental, en las bóvedas del altar mayor. La iglesia también atesora el admirable tríptico del pintor flamenco Ambrosisus Benson, concebido en el siglo XVI.

En Nájera, es de visita obligada el Monasterio de Santa María la Real, fundado en el siglo XI por el rey García y colocado en manos de los monjes franceses de Cluny por el rey Alfonso VI, en el 1075. Lamentablemente el monasterio sufrió las consecuencias nefastas de la ley de desamortización de Mendizábal y fue pasto de revueltas y revoluciones, al punto de que muchas de sus dependencias fueron reconstruidas en épocas sucesivas. Sin embargo, conserva el llamado claustro de los Caballeros, hermosa obra de arquitectura del siglo XVI, con decoración plateresca de extrema delicadeza. La iglesia del siglo XV atesora el Panteón Real de unos treinta reyes castellanos y navarros, de más de ocho siglos. En el coro, la sillería es considerada como una de las tallas en madera de nogal más espectaculares del gótico florido en toda la península.

A pocos kilómetros de Nájera, Santo Domingo de la Calzada es uno de los sitios de mayor concentración de peregrinos, vocación que despertó el propio santo cuando dotó al pueblo, desde el año de 1044, de puentes, caminos, hospital y albergue para los que emprendían esta ruta de fe. Más tarde, el conocido milagro del gallo y la gallina, en que el santo tras una invocación revivió a estos animales en una mesa en donde estaban ya cocidos y listos para ser comidos, aumentó la devoción en torno a su fama de milagroso. En este sentido, la catedral de Santo Domingo es uno de los monumentos religiosos más importantes de La Rioja. Construida a partir del siglo XII, ha sido ampliada en los siglos XIV-XV y dotada de un templete que sirve de mausoleo al santo, edificado en el 1513 por Juan de Rasines. Una de las curiosidades del templo es el gallinero, barroco e inesperado, en donde viven una gallina y un gallo blancos, que mantienen la obra del santo.

En Santo Domingo, la hermosa plaza España, rodeada por nobles edificios palaciegos; así como la Casa del Santo, el Convento de las Bernardas, la Casa de Trastámara y otros edificios palaciegos completan la visión de un pequeño pueblo lleno de sorpresas y encantos. Dos Paradores de Turismo instalados, uno en un antiguo hospital de peregrinos y el otro en un convento franciscano, son las mejores opciones para descansar. De precios más módicos existen gran cantidad de hosterías e inclusos albergues. A lo largo del Paseo del Espolón abundan los bares, restaurantes y cafeterías.

Al sur, no muy lejos del pueblo, se encuentra San Millán de la Cogolla, cuna de la lengua castellana y del vasco escritos. Dos monasterios, el de Yuso (o abajo) y el de Suso (o de arriba) atesoran diez siglos de historia y, sobre todo, el primer escrito en lengua romance española del que se tiene conocimiento, correspondiente a unas anotaciones que realizara en el año 975 un monje, al margen de un libro con la finalidad de esclarecer el sentido de las frases en latín. A esas notas se les conoce como las Glosas Emilianenses y dan origen también a las primeras palabras del euskera escritas sobre papel, ya que el monje tomó también algunas notas en la lengua vasca.

El más antiguo de los monasterios es el de Suso. Sus orígenes se confunden con la época en que los eremitas vivían en las anfructuosidades de la roca que le sirve de apoyo. Luego fue templo visigodo, después mozárabe y, por último, románico. Aunque aún conserva partes visibles de los dos primeros momentos, es del siglo XII de donde procede la mayor parte de la iglesia. En el atrio se destacan los sarcófagos de los siete infantes de Lara y de tres reinas de Navarra.

A poca distancia de Suso, en el fondo del valle, se halla Yuso, monasterio que data esencialmente del siglo XVI y cuya imponente masa de estilo renacentista es visible desde que uno se adentra en los parejes del valle. Sobresale la muy rica biblioteca (en donde se hallaban las famosas Glosas de las que el monasterio sólo muestra una edición facsimilar, así como una de las colecciones de cantorales más completas y hermosas de España), el claustro de los Canónigos, el de San Millán, la muy rica iglesia recién restaurada, la sacristía, el salón de los Reyes y otras dependencias. Frente al monasterio, con vista a la espectacular Sierra de Pradilla y a las Peñas de Oro, en cuyos predios se halla el no menos interesante monasterio de Valvanera, se puede comer en un excelente asador llamado Monasterio de Yuso, en que los platos de la gastronomía local, tales como las patatas a la riojana (con pimienta y chorizo), las pochas (alubias blancas), la menestra con verduras de las huertas ribereñas del Ebro, los rollos de cordero y cabrito, las carnes de caza (jabalí, liebre y perdices) son buenos ejemplos del rico patrimonio gastronómico de la región.

Poco conocido y mantenido ininterrumpidamente por la misma comunidad de monjas bernardas desde su fundación en el siglo XII, el monasterio cisterciense de Cañas es una de los joyas secretas del patrimonio riojano, casi siempre descuidado por los visitantes que privilegian los anteriormente mencionados.

Hacia el norte de La Rioja, el pueblo de Haro es otra de las villas medievales de importancia, además de ser la capital del vino de Rioja. El pueblo discurre alrededor de la Plaza de la Paz, en donde son visibles el Ayuntamiento y el Palacio de Paternina, del siglo XVI, con interesante fachada renacentista que exhibe cariátides y blasones. No lejos de allí, el Palacio de los Condes de Haro es otro de los edificios notables, concebido en estilo barroco. Pero al pueblo se viene esencialmente por los vinos y un Museo del Vino de La Rioja ilustra muy bien los secretos de viñedos y denominaciones que ennoblecen el nombre de la comunidad en todo el mundo. Cerca de la estación de trenes, las Bodegas Bilbaínas es la primera embotelladora de la zona. Cerca de ésta, otros viñedos y bodegas pueden ser visitados. Sus nombres: Viña Pomal, Cune, López de Heredia, Muga, Ramón Bilbao, entre otros, gozan de gran prestigio y traerán gratos recuerdos a los visitantes que han podido degustar sus vinos con anterioridad. En Haro, la Casa Terete posee asador y bodega propias que la convierten en excelente opción para cenar.

No debe ser excluida de este recorrido la ciudad de Calahorra, al este, considerada la más monumental de todas por atesorar la célebre Catedral, desplazada fuera del centro urbano y erigida desde principios del siglo XV. Aunque renacentista en su interior, posee una fachada barroca y una sacristía en donde se halla instalado el Museo Catedralicio y Diocesano en que se conservan obras de Tiziano, Zurbarán y otros maestros de la pintura renacentista, así como la célebre Biblia sacra de Calahorra, que data del siglo XII.

La Rioja con sus escasos 5.034 kms. cuadrados posee un cúmulo significativo de monumentos, tradiciones y patrimonio culinario y vinícola. A pesar de la relativa cercanía entre los diferentes puntos de interés es necesario recorrerla con tiempo porque no es posible visitar más de dos monasterios por día. Nadie podrá quedar decepcionado de esta región de España, modesta en tamaño y grande en significaciones históricas y culturales. La mayor parte de los visitantes suele volver a ella con el deseo de conciliar el placer del buen comer con el de los alimentos espirituales.

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